terça-feira, 23 de outubro de 2007

real visceralismo


Amberes es –no hay dudas– un libro “Marca Bolaño” porque en él aparecen rasgos inconfundibles: la idea de América Latina como virus de alto contagio, como un gas peligroso, esparciéndose por el mundo (si Los detectives salvajes narra en perspectiva la derrota de ese virus, Amberes es casi un diario -diagnóstico escrito desde el frente y en plena epidemia-); el policial como género líquido y que no está obligado a resolver el misterio sino a, simplemente enunciarlo, y un “idioma” donde se funden partes iguales de Julio Cortázar, David Lynch, Richard Brautigan y el Bolaño de libros como Tres y poemas como “Un paseo por la literatura”, donde el paisaje de una estética universal se funde sin problemas con el de una épica íntima. En una entrevista que le hizo Daniel Swinburn, Bolaño explicaba este sistema que gobierna Amberes y rige toda su obra: “Autobiográfico es Faulkner, Joyce, no digamos Proust. Incluso Kafka es autobiográfico, el más autobiográfico de todos. En cualquier caso yo prefiero la literatura, por llamarle de algún modo, teñida ligeramente de autobiografía, que es la literatura del individuo, la que distingue a un individuo de otro, que la literatura del nosotros, aquella que se apropia impunemente de tu yo, de tu historia, y que tiende a fundirse con la masa, que es el potrero de la unanimidad, el sitio en donde todos los rostros se confunden. Yo escribo desde mi experiencia, tanto mi experiencia, digamos, personal, como mi experiencia libresca o cultural,que con el tiempo se ha fundido en una sola cosa. Pero también escribo desde lo que solía llamarse la experiencia colectiva, que es, contra lo que pensaban algunos teóricos, algo bastante inaprehensible. Digamos, para simplificar, que puede ser el lado fantástico de la experiencia individual, el lado teologal. Bajo esta perspectiva, Tolstoi es autobiográfico y yo, por supuesto, sigo a Tolstoi”.

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