segunda-feira, 4 de junho de 2007

beleza que põe a mesa

Mais um para o programa dos escritores bonitos: Federico García Lorca, por sugestão da ciça.
Bem morto, com estátua, Lorca era um poeta fascinado pelo ritmo e pelas cores dos ciganos espanhóis, posteriormente chacinados pelo mesmo estado que o matou. Os poemas são musicais e meio melosos, e a peças que escreveu contém uma angústia essencial. Difícil manter-se indifente, pois.

Palhinha:
La luna vino a la fragua
Con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
-Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
- Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
-Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
-Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
el jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡y, como canta en el árbol!
por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.

(Romance de la luna, luna - in Romancero gitano)

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